Muchas veces hemos escuchado lo mismo: "los profesores no podemos meternos en política", "como profesor no puedo mostrar mi tendencia política", "no se deben hacer comentarios políticos" y una suma de otras pseudoreflexiones que muestran o dan la sensación de un profesor poco menos que estatua. En fin, a poco andar en nuestro terreno, desde que tenemos memoria de nuestra historia, nos hemos ido percatando de que tal tipo de aseveraciones tal parece nos ha traído más desgracias que gracias. No sé si sea bueno que un profesor no tenga una opinión política del país, del sistema, del mundo, de la misma educación. Porque, ¿saben que?, hasta el más humilde papel higiénico que se usa en las casas pobres, hasta las colitas de camarón más refinadas que se consumen en algunas familias de Chile, todo ello, son producto de decisiones políticas. El asunto es en qué medida somos herederos de un discurso partidista, más que político. En eso, debemos tener cuidado. Y les recuerdo que los sueldos y beneficios de los profes, sus recursos, su implementación y hasta su jubilación, son productos de desiciones políticas. Esas desiciones, son las que se discuten en nuestro glorioso parlamento que, no sé cuánto le queda de parlamento. No sé si parlan con sentido, o cotorrean para figurar. El asunto es que debemos admitir y todos debemos entender que no existe educación políticamente neutra, no existe un curriculum sin intensión. Todo está delineado y circunstanciado políticamente. La idea de este ensayo es tratar este tema. Veamos como nos queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario