miércoles, 28 de noviembre de 2012

SE FUE LA ILUSION Y SE FUE MI BASTÓN

En varias partes, hoy Miércoles 28 de Noviembre.


Parece que cuando uno llega a cierta edad, las experiencias van marcando de distinto modo a como las vivíamos cuando éramos más jóvenes; quizás con mas responsabilidad, quizás con más serenidad, quizás con más tranquilidad.  Lo cierto es que las personas nos formamos en función del "trabajo en equipo" de varios elementos, siendo uno de ellos -y quizás uno de los más importantes- el cúmulo de experiencias que se viven desde que nacemos hasta que nos morimos (y quizás mucho después, nadie lo sabe).  Aprendemos los valores fundamentales de nuestra familia -eso está claro-, vamos repitiendo algunas cosas que observamos, tenemos una fuertísima influencia de nuestra biología, acaparamos mucha información en la Escuela y Liceo, nos formamos profesionalmente en la Universidad, aprendemos tardíamente de los tropezones, caemos una y otra vez en los mismos errores, buscamos identificarnos con alguna ideología, en fin y por supuesto, las experiencias vividas.

Pues bien, una de estas experiencias  es la pérdida de seres queridos, esos seres que uno desearía que se quedaran con uno hasta el fin de los tiempos y más allá.  En mi caso, ya son varios los seres queridos que están participando de la fiesta de los dioses del Olimpo:  mis abuelos paternos, mi abuelo materno, mi tía Lupe, mi amigo Feña, el tío Lucho, mi amigo Luchito y mi bebé (entre muchos más).  Todos se quedaron grabados e instalados en mí, todos están formando la ronda de la fuerza que me hace levantar día a día.

De mi bebe no escribiré porque aún no desaparece y no quiero contaminarlo con mis emociones humanas, por lo demás, aún sigue conmigo.  De mis abuelos paternos aprendí la importancia de estar en contacto, eso de saber algo de quienes uno quiere.  Eran personas afables, de buen corazón, unos abuelos lindos que se alegraban cuando uno llegaba a verlos y que me ofrecían ese tan delicioso pancito que con algo de mantequillita, convertían las oncecitas en ricas jornadas de disfrute familiar.  Ahí estaba también mi tía Mary,mi tío Lucho, mi tío Miguel y ahí estaba también mi tía Lupe, tan cariñosa que cuesta poder expresar su cariño para con nosotros.  Era una tía exigente con los suyos y cariñosa conmigo; fue muy triste cuando tuvimos que asumir que dejaba esta mundo.  Mi abuelo materno era se esos viejitos lindos que te hacen sentir que "te falta mucho"; hombre de trabajo,hombre de ñeque, de espíritu de superación constante que no pasó ningún instante por la Universidad, pero daba lecciones de psicología social, espíritu de superación, resiliencia y camaradería.  Era un viejo exquisito que aún recuerdo en ese hermoso campo que cuidaba para un señor de plata; lo recuerdo en su caballo cuando, en compañía del "Rondan" y el "Terry" salía a cabalgar y "rodear" los animales.  Alguna que otra vez me instó a tomar las riendas, pero mi miedo -y mis piernas cortas- me superaba, aún cuando sigo recordando una imagen estando yo en sus espaldas encima del caballo cuando regresábamos de esa tarde acompañados de las vaquitas que debían entrar al corral. En la casa, era tan agradable el clima, era tan hermoso estar en el campo, con el sonido de los árboles (esos que ya no se ven), los animales, los perros ladrando y los grillitos que hoy se me hace casi necesario poder volver a escenarios semejantes para "descontaminarme del urbanismo". Luego, mi "guelita" ahi iba con su perra "Laica",una perrita casi ciega, a recorrer junto a mi mami y mi hermana, los prados y senderos en busca de "yerbitas" para tomar con ese irremplazable "mate" que esperaba junto a ricos pancitos de horno y quesos y quesillos de "ahí mismo".  De ese mundo era mi abuelo, que se tuvo que ir a la ciudad y allí continuó haciendo cosas, propias de su espíritu "hiperquinético", que lo mantenían atento a lo que sucedía en su casa,la ciudad y la sociedad.  Como buen DC (de esos antiguos, de esos de verdad, que ya no quedan,o son muy pocos), se destacó por ser un ferviente defensor de las minorías y lo que sentía que era justo.  Muy cristiano, todas las semanas junto a mi abuela (que ya casi tiene un siglo de vida), asistía sin parar a su culto en su Iglesia "Alianza Cristiana y Misionera". Era un hombre de fe. Pero se fue hace un tiempo y me cuida ahora desde alguna otra parte.  Sobre el Feña y el tío Lucho es algo bastante dificil de entender; se fueron al mismo tiempo; quisieron llegar abrazados al templo de las almas que dejan de sufrir en este mundo de carne y materia.  El Feña, un viejo largo y barbón, filósofo por excelencia, que caía casi en la inocencia de un humano que no sabía que el mundo era cruel, fué mi familia en San Carlos; se preocupaba de mí,me aconsejaba y me acurrucaba casi como una papá.  De repente,su cerebro se cansa de todas esas penas y tensiones que tenía, de todas esas sensaciones de angustia y quizás de todos esos cigarros que lo acompañaron por años.  Y estábamos en eso, tratando de superar el dolor de la partida del Feña,cuando se nos va el tío lucho, que ya venía mal, que le estaba haciendo hace rato la pelea al cáncer,pero que mantenía su espíritu alto, como un real cristiano.  La tía se quería ir con él, pero conservaba su templanza que sólo Dios -me decía- le daba.  Lo terrible es que esa misma tía tuvo que sufrir otra gran pérdida, la pérdida del Luchito.  Luis Francisco Poblete Ortíz, que nos dejó un 03 de Noviembre del 2012.  Pronto iba a cumplir 40 añitos mi amigo; era un ejemplo de camaradería, compañerismo, tenacidad y paternidad. Su partida es algo de la cual aún no nos recuperamos y a pesar de que siempre sale a relucir el famoso "no hay novia fea ni muerto malo", en este caso se cumple que se nos fue un hombre bueno.  Lucho era bueno; cuando llego a San Carlos me acoge,me ampara, me critica,me guía y me educa.  Era de esos hombres de bien que tienen tanta pureza dentro de sí,que cualquiera de sus errores cometidos eran perdonables o por último, ni aparecían a la hora de hablar de él; siempre tenía un SI,cuando se trataba de ayudar. Siempre entregaba su habilidad manual y "cocinerística", en las fechas que todo/a amigo/a lo necesitaba.  Cuando llegaban mis 13 de febrero (mi cumpleaños), siempre me llamaba a primera hora y me preguntaba si necesitaba algoy ahí estaba.  Prácticamente me "paraba" todos mis cumples.Mi amigo. Mi eterno amigo.  Algo alejados estábamos, pero nunca se perdió el contacto y el cariño.  Porque él era mi bastón, el que me escuchaba desde años mis quejas,lamentos, alegrías y éxitos.  Y también era mi ilusión, porque cuando desmayaba, ahí estaba haciéndome ver que la ilusión, la fe y la esperanza no podían decaer.  Pero aún sigue conmigo.  No lo veo pero yo sé que él me ve.

Quizás nunca podremos borrar la partida de nuestros seres queridos,pero lo que sí podemos hacer, es revivirlos cada día y traerlos de vuelta, poniendo en práctica todo aquello que nos legaron.  El camino está ahí, sólo hay que avanzar.

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