Tesis presentada para seminario de la Universidad de las Americas en Concepcion el jueves 24 de noviembre del 2011.
Muchos han sido los teóricos que han buscado diversas interpretaciones sobre el papel del profesor en la sociedad y de qué manera la educación ha permitido la renovación o mantención de los esquemas mentales y sociales existentes hoy. Sin duda que es aquí en donde observamos al profesor como principal agente formador e informador que es capaz de crear nuevos mundos y nuevas realidades, promueve la resiliencia en los jóvenes, hace renacer la propia individualidad de las personas, crea nuevas formas de comunicación, acompaña a niños y jóvenes en la búsqueda de su identidad, se preocupa de transmitir los legados culturales de cada sociedad, etc. Pero a pesar de tan dignas labores, pareciera dar la sensación de que el docente hoy está puesto en cuestión y pareciera que ha ido perdiendo el rol esperanzador y de confianza que se tenía en nuestro país. Razones por qué ha sucedido esto, pueden ser muchas y muy variadas, desde las mas inocentes, hasta las más complejas y políticas, pues bien, hoy, haremos una reflexión filosófica de esta problemática, sin desconocer el carácter intelectual que puede ofrecer este tema, pero teniendo como eje central, las opiniones y reflexiones que los propios docentes tienen de sí y del mundo en el que están insertos, apelando a su formación como profesionales de la educación y personas cultas.
Pero como toda reflexión debe ofrecer puntos de referencia y aclararlos previamente, creo que lo prudente es ahondar en los diversos elementos técnicos que se encuentran inmersos en esta situación. Es por esto que, aclararemos los conceptos.
Profesor, o docente es quien se dedica profesionalmente a la enseñanza, bien con carácter general, bien especializado en una determinada área de conocimiento, asignatura, disciplina académica, ciencia o arte. Además de la transmisión de valores, técnicas y conocimientos generales o específicos de la materia que enseña, parte de la función pedagógica del profesor consiste en facilitar el aprendizaje para que el alumno (estudiante o discente) lo alcance de la mejor manera posible. Tanto el profesor como el alumno, son agentes efectivos del proceso de enseñanza-aprendizaje. Reciben el nombre de profesores de todos los niveles de la enseñanza: la educación infantil, la educación primaria, la educación secundaria y la educación superior. Muy a menudo reciben otras denominaciones, como la de maestro, o diferentes rangos administrativos y académicos.
Ahora bien, respecto de la frase estigmatización social, quiero compartir lo siguiente. Con todo lo obvio que puede ser, estigmatización alude al proceso de instalar estigmas en las personas o cosas respecto de una visión sesgada de la realidad. Esto es, la estigmatización es el proceso en el cual se superpone un estigma, ante la calidad de unicidad. En sociología, estigma es una condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que su portador sea incluido en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa y se les ve como culturalmente inaceptables o inferiores. El concepto fue acuñado en 1963 por el sociólogo estadounidense Erving Goffman, quien precisa la noción sociológica del término como membresía a un grupo social menospreciado (grupo étnico, religión, nación, etc.), distinguiéndola de las nociones anatómica (abominación del cuerpo) y psicológica (defectos del carácter del individuo). Un Estigma social es una desaprobación social severa de características o creencias personales que son percibidas como contrarias a las normas culturales establecidas. Erving Goffman define estigma como el proceso en el cual la reacción de los demás estropea la "identidad normal", reconociendo tres formas de estigma: La experiencia de una enfermedad mental (o la imposición de este diagnóstico); una forma de deformidad o una diferenciación no deseada y la asociación a una determinada raza, creencia o religión (o ausencia de ésta).
Si unimos ambos conceptos, el resultado no es muy acogedor, es más, un importante porcentaje de profesores, dicen sentirse estigmatizados y discriminados respecto de otros profesionales y en función de la misma sociedad. No podemos cerrar la mirada y ocultar los principales vicios de la labor docente. El profesor se ha visto envuelto en una serie de situaciones que han ido socavando su imagen de promotor de aprendizajes y promotor de elementos culturales de renombre.
La escuela como institución y el profesor como agente socializador enfrentan el reto de abrir las puertas del siglo XXI introduciendo cambios en su organización, en su quehacer y lograr que estos no se operen sólo en el discurso sino en el accionar cotidiano del profesor.
Asistimos a un período de cambio a nivel mundial, en el que para muchos el futuro se presenta incierto: cambian las demandas de la sociedad y de los individuos, la situación internacional es otra, aparecen nuevas reglas de juego y se modifican los roles de las instituciones, los agentes y surgen nuevos actores sociales. Los sistemas educativos no se mantienen inertes, se han iniciados procesos de reformas y transformaciones, derivadas de la concientización del agotamiento de un modelo tradicional que no ha conciliado el crecimiento cuantitativo con niveles satisfactorios de calidad y equidad, ni de satisfacción de las nuevas demandas sociales. El funcionamiento óptimo de los sistemas educacionales se convierte en una prioridad de los países para garantizar la preparación de ciudadanos para sobrevivir en sociedades complejas.
En este marco, la escuela emerge como una institución abierta a las demandas de su contexto y con grados crecientes de autonomía, manifestación de uno de los cambios más significativos que se sucedieron en los sistemas educativos.
En respuesta a estas transformaciones la reconceptualización del rol del profesor es una exigencia de los procesos de descentralización, de autonomía en la gestión de las escuelas y de los cambios que están ocurriendo en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Desde el discurso, todos coinciden en considerar que al rol del maestro le son propia la creatividad y la innovación pero, estas características no devienen en el desempeño del quehacer profesional del maestro por arte de magia ya que, al encapsularlo en ámbitos escolares formales y burocráticos el resultado es todo lo opuesto, la actividad se hace monótona, estereotipada y se limita el despliegue de sus potencialidades.
En su cotidiano de vida el profesor debe adoptar diferentes decisiones que transitan desde estimular "el aprendizaje de un currículo que no ha sido diseñado para heterogeneidad" (Avalos B.1994), complementar procederes para mantener la disciplina en el salón de clase y buscar soluciones ante la carencia de recursos materiales.
Las estrategias de soluciones que emplea el maestro al inicio de su carrera profesional donde pone de manifiesto imaginación, al correr el tiempo se puede tornar rutinaria frente a los sucesivos obstáculos del contexto escolar. De manera tal, que el asunto no se reduce a la creatividad del maestro sino también a la autonomía profesional la cual se ve afectada por factores tales como:
* el prestigio social que tiene la profesión,
* la propia formación profesional y la superación,
* los límites que impone el contexto escolar al ejercicio profesional.
En las conceptualizaciones del rol profesional se observan diferentes posiciones que transitan desde definirlo por las acciones observables del maestro en la consecución de los fines esperables de los procesos de enseñanza que se refiere a las "competencias" del maestro para lograr un aprendizaje efectivo en los alumnos hasta otra en que el acento se pone en la profesionalización del rol
Evidentemente, prevalece la tendencia en los profesores de asumir un rol directo, "los profesores emplean buena parte del tiempo de clases hablándole a los alumnos, hablando con ellos y supervisándolos cuando trabajan individualmente en sus puestos...estas son formas de "recitación-trabajo". Los profesores también controlan sus clases toman las mayorías de las decisiones y organizan las actividades.
La posición de poder que ocupa el maestro en el salón de clase, le genera seguridad, al desempeñar el rol como poseedor de todo el saber, ignorando que los estudiantes también tienen saberes individuales y que la conjugación de todos facilita la "construcción del conocimiento".
Sin embargo, las estructuras organizativas en las escuelas tienden a ser semejantes, reduciendo la actividad del profesor a un administrador de la clase, así como el conductor de actividades restringiéndose las interacciones entre profesores y alumnos. Aun cuando los profesores declaran que, los objetivos de enseñanza que se proponen, incluyen elevados niveles de ejercicio intelectual, en la práctica, lo que se demanda de los alumnos son respuestas memorísticas, siendo éstas el contenido básico de la interrelación que no transciende la posición del técnico "ejecutor de acciones diestras de acuerdo a prescripciones o algoritmos definidos por otros"(Clark y Peterson,1986)
En la intención de trascender estas conductas, es preciso re-conceptualizar el rol del maestro en el sentido de ser un sujeto con posibilidad de poner en juego la información que tiene sobre sus alumnos de manera individual y grupal a partir de un diagnóstico que promueva el crecimiento personal de estos; poder incorporar al quehacer profesional el caudal de trabajo teórico y empírico alcanzado en la investigación educativa; lo que implicaría la toma de decisiones, elaborar propuestas y reflexionar acerca de lo que acontece en el salón de clase.
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